AMIGO, UN ANGEL TE LLEVO DE ESTE MUNDO

 


 

Lo imagino rodeado de palomas muy blancas,
caminando despacio, pensativo tal vez.
A su lado, mi alma descifró tantos signos,
Observando su rostro, su actitud ante el mundo,
la palabra ESPERANZA se hizo carne y raíz de mi ser.
Qué poquito homenaje para quien me dio tanto,
mi amigo, este susurro; mi amigo, esta confidencia,
te dedico yo a ti

Hace poco te imploré, con dolor, pero con esperanzas, que no abandonaras tu trinchera, y así lo hiciste con entereza increíble.

Pero te notaba, el alma intachable, pero tu cuerpo sometido a heridas incruentas iba cediendo, se iba apagando.

No te olvides de mí, sé que me ves y me escuchas - ¡Aleluya, me guiñas el ojo! –

Tu niñez, belleza espiritual e inocencia te redimen, y a eso le agregas un tesoro igualable: ¡Dios redime por las cicatrices y no por los pergaminos que logras en este efímero paso!

¡Pergaminos ninguno, cicatrices perpetuas!

Lo diste todo, lo decías con angustia y con entereza que querías vivir, lo sé, no por vos, porque eras humilde, sino por tu padre, tu madre, tu hermanito y todos los demás que tanto de queremos.

Yo, lo sabes amigo, ofrecí todo, hasta un canje por ti. Pero claro, no había equivalencias, soy muy poco para ocupar el lugar privilegiado del que gozas ahora.  

Sé que ahora vendrán caras extrañas con su limosna de alivio a mi tormento, pero está solo, solo mi corazón.

En la noche estrellada, te busco en la Cruz del Sur, y te encuentro, me saludas con el pulgar hacia arriba, como siempre y me dices: “Amigo te quiero hasta el cielo”.

Qué paradoja ahora estas allá y yo acá, y estamos más cerca que nunca.

Me dijeron, Dios lo llevó porque necesita rodearse de seres humanos como Blas, lo comprendo, pero aquí también son necesarios, imprescindibles para engendrar un mundo mejor. 

Lo que me reconforta y lo sé desde siempre, es que naciste en un tiempo errado, y esta partida temprana te evita tener que soportar tanta iniquidad que nos agobia.

Estabas lleno de esperanzas con tus legos, con tus juegos, cumplías con la escuela como el mejor, rezabas pidiendo clemencia, pero Dios dispuso otro destino para ti.

La directora de escuela te definió mejor que nadie: “Blas era distinto y hoy entendí que era un ángel, un ángel que ahora está en el cielo cuidándolos a todos ustedes. En la misa despedida a Blas sucedió algo muy especial. Era un día nublado, y en dos o tres oportunidades salió el sol y la Basílica se llenó de luz. Yo entendí que era Blas que nos iluminaba con su luz. Cumplió su función acá en la tierra, su función de enseñanza, alegría y ese recuerdo hermoso que deja en mí y partió, partió para estar al lado de Jesús”.

Bueno amigo, imagino correteando tu alma rodeado de Ángeles a quienes seduces con tus radiantes historias que tanto regocijo causaste en este perturbado mundo.

Hoy salí temprano, angustiado, unas hojas desprendidas de árboles añosos me acariciaban y eras tú, elevé la vista al cielo y tu figuraba se recortaba entre las movedizas nubes, y bueno, se hace real una de las primeras frases que balbuceaste, “abuelo loco”, y me quedé sereno.

Como te prometí días antes de tu partida seguiré escribiendo por ti y te pido que me socorras desde tu lugar, a que cuando me toque partir, me recibas, aunque no lo merezca, y podamos repetir las interminables caminatas que tanto deleite nos ocasionaban. 

Me estoy yendo, por ahora, y recuerda, mañana a las diez de la noche te busco con Harley Quinn, viajamos a Paquistán, recogemos las piedras preciosas que tanto anhelabas, volvemos, te despido con un abrazo y un beso como siempre, te dejamos en tu vida de ensueño, y regreso al mundo a acompañar, como me lo pides, a los que tanto te aman.

 

                                                                                                   POR Y PARA TI, AMIGO DEL ALMA

                                                                                                        HASTA EL REENCUENTRO

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